Donald Trump y su enfermedad proteccionista

No es la primera vez que el presidente de los EEUU, Donald Trump, habla sobre la amenaza que representa el comercio global para los EEUU. Como buen proteccionista, el presidente de los Estados Unidos es un fiel propulsor de dar prioridad al producto nacional frente al resto de competidores a nivel global.

En las últimas declaraciones del presidente Trump a través de su famosa cuenta de la red social Twitter, pudimos observar como su enajenación proteccionista hacía saltar las alarmas de todo el mundo cuando el presidente afirmaba la mala situación que afrontaba la industria americana debido a los bajos costes arancelarios y la excesiva importación de bienes de otros países y continentes.

En algunos de sus Tuits pudimos observar como el presidente afirmaba que algunas de las industrias americanas, concretamente la siderúrgica, estaban perdiendo muchísimo peso, llegando a ser calificadas como industrias muertas por el presidente, debido a que el mercado europeo o el de su vecina, Latam, estaba acabando con ellas.

Esto no es nuevo, como hemos comentado, el presidente Donald Trump es un presidente que no se caracteriza por ser un propulsor de establecer buenas relaciones comerciales con el resto del planeta, de hecho, no es la primera vez en la que el presidente propone cambiar la política comercial del país. En realidad, el presidente ya ha afirmado públicamente su negativa a continuar con el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte), tratado firmado por el ex presidente George W. Bush en 1992 y que permitía la libre circulación de bienes entre ciertos países, permitiendo unas rebajas muy suculentas en materia arancelaria.

Desde la llegada de Donald Trump al poder, este tratado ha supuesto un gran quebradero de cabeza para el presidente, que en su opinión personal, estaba destruyendo gran parte de la industria norteamericana y dejando en la calle a muchísimos trabajadores nativos. Al parecer, el presidente ha llegado a su límite en el que no podía seguir viendo un libre comercio entre los países adscritos al tratado y ha decidido ponerle fin, pero no solo ponerle fin, si no ponerle fin de la manera más caótica.

Como sabemos, el presidente Trump y el protocolo y las buenas formas no van unidos. Después de un sinfín de amenazas contra el TLCAN y el libre comercio con América del Norte, Donald Trump ha decidido ponerle fin de la manera más caótica y energúmena posible, a través de su cuenta de Twitter y librando una guerra comercial con el resto de países.

El fracaso del proteccionismo

Si algo nos dice la historia, es que las barreras proteccionista y un estado proteccionista que se opone a la libre circulación de bienes no favorecen para nada al país que lo infunda, de hecho, no hace falta más que mirar a lo que ocurrió con Argentina y veremos el enorme fracaso que produce el proteccionismo para los países y para las empresas que lo integran.

A simple vista, las conclusiones a las que ha llegado el presidente Trump parecen bastante lógicas. Un estado proteccionista preservaría la industria nacional, así como el empleo que esta produce en el país, pero, ¿qué ocurriría si todos los países cerrasen las fronteras al comercio global?

Si algo hemos aprendido de la globalización y del comercio global es los grandes avances, tanto tecnológicos como metodológicos, para las industrias y empresas de los países. En un mundo globalizado, las empresas avanzan a un ritmo mucho más elevado, la gran competitividad que supone estar interconectado con todos los países y todas las empresas del mundo hacen que la empresa tenga que trabajar de manera más exhaustiva para lograr alcanzar ese valor diferencial, ese valor añadido que le permita competir con el resto de países y empresas del mundo.

Aunque a simple vista parezca un caos comercial, esta competitividad, esta lucha por la supervivencia en un mundo cada vez más conectado permite a las empresas mejorar, aunque para algunos represente la gran amenaza para su país. En un mundo globalizado, aquellas empresas que lideran el mercado son esas que son más competitivas y que avanzan al nivel que el cliente exige. Muchas empresas a día de hoy son lo que son debido a la globalización, dado que sus procesos y sistemas se han logrado gracias al conocimiento que han aportado todas las empresas a nivel global.

Si observamos el panorama actual, sólo debemos fijarnos en una empresa norteamericana como Amazon tal como la conocemos hoy y cómo la conoceríamos si su campo de actuación, su mercado y fuente de ingresos, hubiese sido solamente Norteamérica. La globalización ha llevado a Amazon a ser una de las empresas líderes a nivel mundial, siendo una de las primeras por nivel de facturación y de las más valoradas por marca.

La gran compañía del multimillonario, Jeff Bezos, ha conseguido posicionarse donde se encuentra a día de hoy debido a la globalización y al libre mercado entre los países. Aunque Amazon ya posea fábricas y centros logísticos en todo el mundo, en sus inicios, cuando esta empresa era una pequeña compañía norteamericana tuvo que agarrarse a los tratados de comercio para distribuir los bienes que comercializaba en su portal y con ello ir creciendo y abriéndose al mundo.

Esta apertura permitió a la compañía a adquirir metodologías y conocimiento de otros países, sistemas y procesos de industrialización que en Norteamérica no se conocían y no estaban implementados. Este conocimiento, estos avances, ha permitido a Amazon –y otras muchísimas empresas más- a posicionarse en los primeros puestos del ranking mundial. Avances que se ponen en peligro con gobiernos como el de Reino Unido y Estados Unidos que quieren poner freno al comercio mundial y a la masa monetaria que ello mueve.

Por otro lado, el comercio global no solo ha permitido que empresas como Amazon o Apple hayan conseguido avances que justifican su éxito global. En otros casos como el de empresas españolas como Alsa, la gran empresa de transporte, o Técnicas Reunidas, una compañía de ingeniería e infraestructura, la globalización le ha permitido seguir creciendo en otros países, mientras que en su país, otras empresas le estaban quitando su mercado. Es decir, la globalización permite trasladar tu modelo de negocio a países donde puede tener más éxito.

Si observamos el caso de la empresa de transportes ALSA, en España se estaba utilizando cada vez menos el transporte de viajeros por autobús, cada vez había más españoles con vehículo propio y en caso de precisar de transporte, los modelos low cost en las aerolíneas y la reducción de costes en trenes de alta velocidad como el AVE hacían que el cliente se decantase por otras alternativas más veloces que el autobús.

Sin embargo, la globalización permitió a ALSA el exportar su modelo de negocio a China, un país donde el autobús parece ser que sigue siendo uno de los métodos de transporte más utilizados. Esta internacionalización permitió a ALSA seguir liderando un mercado, aunque no fuese el de sus inicios. Además, la cultura, la innovación, la industria China ha permitido a la compañía española empaparse de una nueva metodología de trabajo, la cual está empezando a implementar en su país de origen.

En resumen, la globalización es el futuro de las empresas, la globalización permite y favorece al impulso y a la innovación en las empresas, creando empresas cada vez más competitivas, mientras que el proteccionismo lo único que hace es proteger a sus empresas de un fracaso que algún día llegará.

Si lo extrapolamos a un caso cotidiano, podemos ver como los padres que miman a un niño y lo protegen con su vida, facilitándole todo lo que el niño precisa y sin pedir nada a cambio; cuando el niño llega a su etapa adulta, este empieza a sufrir complicaciones a la hora de desenvolverse con el resto de la población, debido que ya no tiene a nadie que se lo dé todo y no sabe como hacerlo. Como dice un conocido proverbio chino, “No le des al hombre el pescado, pues sólo le darás alimento por un día. Enséñale a pescar y dispondrá de alimento siempre”.

Volviendo con el presidente Trump

Retomando la guerra comercial que plantea librar el presidente Trump con la industria mundial y el libre comercio. Las subidas de los aranceles, un 25% en el caso del acero y un 10% en el caso del aluminio, han hecho saltar las alarmas en Bruselas, donde ya se están planteando aranceles de salvaguarda en respuesta de las ofensas lanzadas por el presidente de los Estados Unidos.

Esta propuesta de Donald Trump, por la que se planteaba en primera instancia para revivir una industria que “estaba muerta” por la importación de alternativos de otros países, van a provocar que otras industrias americanas, siendo el caso de empresas como Harley Davidson, destilerías como Four Rouses o textiles como Levi’s, empresas americanas con un gran nicho de mercado en continentes como el europeo, sufran las consecuencias de las malas decisiones y la impulsividad del presidente Donald Trump.

En el caso de Europa, estas amenazas de subir los tipos arancelarios y las barreras de entrada a los productos americanos solo se ha hecho con el fin de que el presidente norteamericano recapacite y revierta sus decisiones respecto a la subida de aranceles y barreras para productos importados. En caso de que así sea, Europa volvería a dejar actuar al libre comercio, ya que es por lo que aboga, siendo lo mejor para el mercado y las empresas.

La pelota ahora mismo está en el tejado de la Casa Blanca, ahora es a Trump a quien le toca mover ficha pero eso sí, en caso de continuar con sus políticas de eliminación del TLCAN y la negativa de favorecer al libre comercio mundial, el resto de países están preparando sus métodos de contingencia y las armas para librar una batalla comercial mundial, una batalla en la que aseguro que no habrá vencedor.

 

NEGOCIOS – FRANCISCO COLL MORALES

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