Túnez se postula como el Silicon Valley norteafricano
Aunque queda todo por hacer, Túnez brinda multitud de oportunidades para emprendedores en el sector de las nuevas tecnologías. Eso sí, la falta de estructura y la escasa inversión dificultan la tarea.
Aurélie Salvaire es directora del Observatorio de análisis de género Shiftbalance de Barcelona, ubicado en el Impact Hub de la Ciudad Condal, y ha pasado largas temporadas en Líbano (por acciones humanitarias) y en Túnez para ofrecer un taller de storytelling a jóvenes emprendedores. Este pequeño país del norte de África se ha convertido en uno de los abanderados del emprendimiento en el continente. El Gobierno apoya la creación de empresas, «porque no sabe cómo generar nuevos empleos», denuncia Salvaire, y los jóvenes, pese a sufrir un paro superior al 30%, sorprenden con iniciativas relacionadas con las nuevas tecnologías. Túnez, según Pedro Tellería, project manager en el Laboratorio de la Economía Social y Solidaria (LAB’ESS) de Túnez, «es un gran centro tecnológico» y, pese a sus barreras, «podría considerarse la nueva Silicon Valley gracias a las múltiples oportunidades que existen, pues queda todo por hacer. Algo que está atrayendo a fondos extranjeros», sostiene Salvaire.
Los datos
Los números, sin embargo, no acompañan: Según el último informe económico elaborado por el Icex, Túnez arrastra unas elevadas cifras de paro, que se sitúan en el 15,7% y, en el caso de los jóvenes aumenta hasta el 35%; cuenta con una excesiva dependencia económica de la Unión Europea (UE), pues alrededor del 80% de sus ingresos procede de la exportación, de la inversión directa, del turismo y de las transferencias de la UE; sufre una cierta inestabilidad política derivada de la revolución;y su sistema financiero está bastante débil y necesita una reforma para modernizar las reglas de gestión con el fin de adaptarlas a los estándares internacionales, entre otras obligaciones.
Ante este panorama, es difícil que un extranjero se plantee emprender en este país hasta que otea el escenario y vislumbra una tierra fértil aún sin explorar. Además, pese a lo que se pueda creer, «Túnez es un país muy eficiente en términos burocráticos. Montar una microempresa puede dilatarse, como mucho, entre una y dos semanas», sostiene Tellería, «pero, cuenta con control de cambio de divisas, por lo que, para ciertos negocios, es necesaria una licencia de exportación de capital», advierte.
Asimismo, el escenario inversor no es tan estéril como se pinta: «Hay un sistema bancario muy moderno a nivel de entidades y fondos de inversión. Cierto es que hay una política financiera muy controlada, pero existe una cultura de presentación de proyectos a posibles inversores y a business angels. En Túnez estamos como España hace una década», explica el project manager de LAB’ESS. En resumidas cuentas,»el capital está disponible, pero es difícil acceder a él».
Los emprendedores deben saber que la distribución comercial de sus productos sólo pueden realizarla a través de profesionales tunecinos, a no ser que cuenten con la aprobación ministerial. Y los contratos tienen que ser muy específicos respecto a los plazos y las obligaciones financieras.
En cuanto a sectores, los expertos señalan el de las nuevas tecnologías como una de las áreas punteras para hacer negocio; y el turismo, «aunque ahora resulta complicado emprender en este campo, sí hay iniciativas de turismo rural y ecológico», indica Pedro Tellería.
Fuente: Expansión.